La práctica usual de proponer consignas de escritura en los talleres literarios actuales ha llevado a una explosión de publicación de textos teóricos de variado género discursivo que sugieren consignas disparadoras de escritura listas para llevar al salón, sin que a veces sean revisadas las condiciones de producción de los participantes hacia quienes van dirigidas ni los presupuestos que ellas imponen sobre el género discursivo y el modo de contar. Otra cuestión para investigar resulta del análisis de los objetivos planteados desde cada propuesta bibliográfica de Taller, es decir , si nos remitimos a las primeras guías de trabajo publicadas como Grafein (1981), que en principio se tituló Teoría y práctica de un taller literario (ed. Atalena), no queda consignado que un taller sea un espacio específico de enseñanza – aprendizaje sino más bien una práctica lúdica, de algún modo iniciática, coordinada por un maestro, en donde no debe haber correcciones. En Gramática de la fantasía (1973) Gianni Rodari inventa el binomio fantástico con una fuerte impronta sobre el sistema escolar infantil. Las publicaciones de Las clases de Hebe Uhart (2015) de Liliana Villanueva y El libro de escribir (2021) de Gabriela Bejerman dan cuenta de la actualidad del tema y los múltiples ejes de debate. Este trabajo se propone una revisión del material teórico con el que cuenta un tallerista a la hora de organizar su trabajo de coordinación de Taller de escritura desde una mirada diacrónica, pero que excede el formato lista para incluir observaciones sobre el modo de pensar la producción literaria desde los distintos marcos teóricos.
Palabras clave: consigna, escritura, taller , enseñanza, práctica
